Arya Stark

Una chica no puede ser una chica sin haber sido antes gato esquivo o de mirada atenta y silenciosa,

no sin antes haber absorbido el amor de un padre 

la enseñanza, la pérdida, la huida andrajosa tras el oro original.

Una chica no puede ser una chica si no conjuga la despedida absoluta 

y queda suspendida en el mundo como la última sílaba de dolor en el cuerpo herido, justo antes de marcharse.

Una chica perfecciona el quejido porque teje su venganza en el manto de una madre encharcada en rojo, de la hermana afilándose, del padre ya eternamente ausente. 

Una chica no abraza porque es ciega 

y una chica ya ha visto demasiado como para compadecer. 

Una chica es ciega porque ha de aprender a ser nadie. A ser de nada. A construirse de vacío y renacer.

Una chica se ha engendrado en la sombra para empedrar con la última luz de sus enemigos el camino de vuelta a casa.

Una chica no tiene casa pero aún no lo sabe.

Una chica es su propia casa.

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